cuentos de osset- EL TESORO
Al pie de las antiguas murallas del castillo, bajo un alto y frondoso árbol, que en la esquina de los jardines de los pisos nuevos permanecía desde hacia mas de un siglo, según dicen, el guarda de los jardines rodeado de un grupo de niños contaba una vez mas, como durante un par de meses del verano, en los jardines de las casas que ocupaban el pie del cerro, se podía encontrar si uno era listo un tesoro dorado de incalculable valor que los moros dejaron escondido antes de que, San Fernando conquistara el castillo.
Los niños como otros años y tantos niños a los que el guarda contó la misma historia, a lo largo de los años, excitados como siempre hicieron planes y promesas, de que aquel verano seria el año en el que no dejarían de encontrar el tesoro, y fantaseaban con lo que harían con todas las riquezas que encontrarían con toda seguridad.
Y claro durante todo el verano se vio a la cuadrilla de niños como todos los años recorriendo el cerro, y los pies de la muralla, saltando de un cercado a otro, comenzando pequeñas excavaciones, subiendo a los árboles, y formando mil batallas y correrías en busca del tesoro dorado y anhelado.
Claro que en los primeros días solo encontraban los limoneros cargados de limones del jardín de la casa vieja, que comieron con fruición a pesar del sabor fuerte y acido de la fruta, mas tarde desaparecieron los frutos del altramuz de pepa, muy bien aprovechados por las madres de los salvajes niños, poco a poco los frutos de los jardines sabrosos y en su mayor parte desaprovechados fueron siendo esquilmados por los niños, que ocultaban en sus correrías; en ocasiones enterrando los huesos aquí y allá, o incluso los frutos enteros.
Ya casi al fin del verano cuando el frondoso y alto árbol bajo el cual se sentaba al fresco el guarda del jardín, rebosaba nísperos dorados y dulces, que los niños atacaban como ardillas hambrientas logrando llegar incluso a la alta copa del árbol para cogerlos, quejándose al tiempo al guarda de que aquel año tampoco encontraron el deseado tesoro. A lo que el guarda con mirada picara viendo comer a los niños los frutos del árbol, y mirando como los pequeños brotes de otros árboles que todo alrededor crecían, les contestaba.
De veras, bueno pues el año que viene ya veremos, no?
Era un hombre bajito que vestía de una forma un poco inusual con ropa de colores chillones y su calva rodeada de pelo plateado refulgía como un espejo. Siempre estaba allí, bajo el árbol cuando los niños lo buscaban.
7 comentarios
Nebulina -
Un besazo!
Leodegundia -
Bonito relato de un cuento que tendría intrigados a esos niños durante unos cuantos años hasta que por fin se dieran cuenta de cual era el tesoro.
Un saludo
Akane -
Así que escribes relatos? :)
Un saludo!
Gracias por tu comentario :)
Trini -
Bonito relato
Un abrazo
Walter Hegor -
carmncitta -
Ligia -
Un abrazo